Se localiza en la esquina de la 2ª Avenida
Norte y 2ª Calle Oriente y en su interior se resguarda el recuerdo de
sus hermosas instalaciones antiguas. Está abierto al público y es otro
de los lugares preferidos de los fotógrafos, quienes han capturado en
imágenes el amplio patio central y sus buganvilias.
Su historia se remonta a 1725 cuando se dieron los permisos para su construcción, luego de cinco años de espera.
Se constituye como una de las imborrables
obras que realizara el renombrado constructor de La Antigua Guatemala ,
Diego de Porres, hijo del notable José de Porres, también sobresaliente
en la arquitectura.
Gran parte de su estructura se conserva en muy
buen estado y ha sido sede de diferentes actividades culturales desde
que el Consejo para la Conservación de La Antigua Guatemala instalara
sus propias oficinas en este lugar.
Convento único en su tipo.
En la antigüedad quienes ingresaban a un
convento debían entregar una dote, es decir, uno o un conjunto de
bienes. Capuchinas se diferenció de los conventos de la época
precisamente por esto y muchas razones más, pues permitía el ingreso a
su congregación sin hacer necesaria la entrega de bien alguno. Esto no
significó un crecimiento desmesurado porque su población no excedía las
28 aspirantes a monja.
Su techo protegió muchos bienes valiosos, los
cuales fueron trasladados por las monjas en 1773 debido a los terremotos
y el oficial traslado de la ciudad al Valle de la Ermita. Muchos de
estos bienes se conservan en la nueva sede, ubicada en el templo de San
Miguel de Capuchinas en la nueva capital de Guatemala.
Las tradicionales celdas que conforman un
convento tenían una particularidad, eran pequeñas, pero contaban con su
propio retrete y área de estudio, por eso estudiosos del Centro para la
Conservación de La Antigua Guatemala han llegado a considerarlo el
primer edificio de apartamentos del continente. Su distribución
circular, ahora en ruinas, lo separa arquitectónicamente del resto,
constituyéndose como el único con esta forma de arreglo.
Su iglesia consta de una sola nave y no posee
alas en sus costados, pero poseía dos áreas para coros, uno en la planta
baja a un lado del altar y, el otro, en la parte superior al final de
la nave.
Otra de sus
características interesantes, es que consta con una sola columna
circular situada en el sótano, la cual sostiene todo el edificio. Esta
no es la única particularidad bajo su suelo, pues sus criptas, al
contrario de otras congregaciones, no eran exclusivas para el entierro
de miembros de la orden.
La apariencia de la fachada del templo también se
diferencia de los demás, comparándose únicamente con la Escuela de
Cristo, porque ambos son los únicos templos de la Ciudad Colonial que en
lugar de tener un acabado en estuco, lo tienen trabajado en piedra.
De origen italiano.
La Orden de las Monjas Capuchinas fue fundada
en Italia bajo el concepto de santificación por medio del trabajo y
pobreza, entre una vida de penitencia y recogimiento. Al llegar a
Guatemala inició la difusión de dicho espíritu religioso, mostrando una
alegría especial en su diario vivir.
A pesar de que patronalmente el título del
monasterio correspondía a Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, la
iglesia anexa estuvo dedicada siempre al Arcángel San Miguel, a quien
mostraron especial devoción.
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